18 julio 2011

Imperfectamente perfecta.

Si me pinchas, sangro; cuando me emociono, lloro; si estoy con las personas importante de mi vida, soy feliz.
Me encanta la naturaleza, e intento cuidarla, aunque a veces yo misma me descuide. Y me encanta subir montañas y recorrer un valle, o un lago o lo que sea, pero soy gandula y me cuesta arrancar.
Cuido de los míos: les ayudo, les animo, le hago reir (o lo intento), le protejo, y siempre estoy a su lado, pero alguna vez he fallado. En esos momento pido disculpas, rectifico mis errores y vuelvo a mi lugar.
Soy agradable, simpática, guapa no, pero sí bonita, estoy majareta como las mejores personas, fiel, guarda-secretos profesional y graciosa, pero si me enfado tengo mala leche para dar y regalar, tengo muchísimo genio, soy cabezota y odio dar la razón a los demás. De vez en cuando se me escapa alguna cosilla que no debiera, pero nunca nada importante, mis chistes son malos y pocas personas saben ver mi calma aparente y me aguantan cuando me pongo borde o pasivo-agresiva.
No soy perfecta, ¡NI MUCHO MENOS! Pero pertenezco a una especie en peligro de extinción.

05 julio 2011

Grandullón.

*Be me for a while, I will be you...*


No creas que solo tú te has sentido así alguna vez... Sólo déjame mostrarte que no todo es tan oscuro, déjame mostrarte que juanto a todo el mal, siempre está el bien.
Te crees la personificación misma del mal, un simple esperpento, yo más bien diría... No lo eres, cielo, nadie con ese corazón podría serlo, solo... sólo necesitas verlo, sólo necesitas que te muestren qué hay en tu interior, que limpien todo lo malo, que lo raspen y entre la luz ahí dentro. Necesitas encontrar ese algo que te haga ver que no todo es negro, hay mucho colores, millones de colores. Sólo necesitas que te enseñen a ver lo bueno que tienes delante de las narices y no eres capaz de ver. No te ofusques en esa idea, sabes que no llevas razón, sólo deja que te muestre lo bonito de esta vida: el color de las amapolas, el color del sol y de las nubes, el color de la verdadera amistad.


Y ahí va mi oferta:
Deja que te enseñe a ver todo eso; primero, entraré en ese corazoncito que tienes, y te ayudaré a hacerle un bonito hogar; segundo, te enseñaré todas las cosas importantes, bonitas y que hagan reir de la vida; tercero cambiarás, no te obligo, tenlo en cuenta, la forma que tienes de ver de manera oscura las cosas, y la cambiaremos por algo más colorido, pero siempre realista.
Por último o por principio, como tú quieras, te ofrezco una amistad. Sí, sí, pero una amistad de las de verdad, de las que están ahí para reir, para llorar, para discutir, para hacerte ver tus errores y apoyarte en las decisiones. Te ofrezco eso, si lo aceptas.


¿Qué me dices?