17 diciembre 2014

Dicen que si una amistad dura más de siete años, lo hace para siempre.

Según un estudio solo el 30% de los amigos que tenemos en un determinado momento estarán tras siete años para echarnos una mano si los necesitamos; y solo el 48% continuará a penas en nuestra red personal. Así que hay que valorarlos a todos durante el tiempo que estén.
Soy de la opinión de que las personas van y vienen a lo largo de la vida, unos están durante varios años y no aportan nada, otros llegan un día por sorpresa y al año se van de la misma manera dejando un vacío que no sabes si podrás llenar de nuevo. Pero, por supuesto, lo haces, antes o después, porque si se fue, es que no tenía que llegar contigo al final, por mucho que duela. La gente va y viene, se queda y te hace volar; se va y te hace caer, pero al final solo importa una cosa: 'los de verdad'. Y de eso vengo a hablar.
Hace a penas un año me di cuenta de que perdía a alguien que por aquel entonces era de lo más importante que he llegado a tener. ¿Sabéis esos amigos que su mera existencia os hace felices? Su sonrisa era mi luz diaria, sus buenos días me daban la vida, y los momentos juntos son sencillamente inolvidables. Pero se fue, pese a mis llantos e intentos, y quiero pensar que suyos también. Y dolió como si me hubieran arrancado una parte de mi alma, y duele, como la peor de las pesadillas sin su reconfortante abrazo que susurre que todo va bien. Y aunque fuera por un tiempo, yo pensaba, y creo, que era de los de verdad, pero no para siempre.
Por el contrario, hace media vida conocí a alguien que sin imaginarlo es la persona más importante de mi vida, familia a parte, obviamente. Hace, de hecho, más de media vida, vamos a entrar en el 2015, y van a hacer 12 años desde que entre agua caliente, inocencia y risas, conociera a la que ha sido, es y será el resto de mi vida, mi mejor amiga. ¿El resto de mi vida? Sí, rotunda y honestamente. ¿Sabéis, de nuevo, esos amigos que su mera existencia os hace felices? Pues ella es así, aunque viva a 400km. Es una relación complicada, desde luego: hay momentos en los que daría un brazo por solo un abrazo suyo, y hay momentos en los que la tengo al lado y nos queremos matar la una a la otra. Porque de eso se trata, de reír hasta llorar, y de llorar hasta acabar riendo; de pelear hasta no poder más, para parar un segundo antes de que todo se rompa y ver que sería imposible que ocurriera, porque ese lazo, esa unión es más fuerte que todo lo que pueda pasar o se pueda decir; porque ¿qué harías sin su sonrisa en un soleado día de verano cuando realmente nada más importa? Sin duda, estos dejarían de tener sentido después de toda una vida de recuerdos y momentos. ¿Qué harías sin la persona que te hace volar en un momento o te hace poner los pies en el suelo y abrirte los ojos antes de que caigas? Todo sería más fácil si estuviera todos los días, pero tal vez no habría llegado hasta hoy si no hubiera sido por la distancia, los reencuentros y las despedidas.
Luego están esas personas que aparecen, están ahí sin llamar la atención, pero pasan los años y su presencia se hace más notable, y llega un momento en el que han pasado dos, ocho años, y siguen ahí, con su sonrisa, sus abrazos y su forma de ver las cosas que te hacen pensar que vale la pena hacer las cosas si te salen de dentro, que tienes que disfrutar cada momento de tu vida como si fuera el último, y que no merece la pena andar peleando mientras tanto. Y un abrazo o una simple palabra suya es capaz de hacer maravillas; porque son de los de verdad, aunque no sepas cómo han llegado ni esperaras que se quedaran, y ahora no sabrías que hacer sin ese soplo de aire fresco.
Y con los que no te podrías llevar bien jamás, no soportas verlos ni tenerlos cerca, pero pasan cinco años y una semana sin verle es una semana perdida, por las conversaciones, los momentos, las cosas que no se pueden contar y las risas hacen que sean de los de verdad, y no los cambiarías por nada en el mundo.

24 marzo 2014

'Ser Policía no es una vergüenza, es un orgullo.'

Y eso es así. Es así si eres realmente consciente de lo que ese hecho supone; el hecho de tener que perder reuniones familiares, o la representación teatral de tu hijo porque estás de servicio por tener un horario 'fuera de lo común'. El tener que obedecer, a veces cosas con las que no estés de acuerdo, seguir un régimen disciplinario; tener que soportar todo tipo de agresiones y no poder hacer absolutamente nada por defenderte porque te han ordenado que aguantes y no respondas, porque sabes que no están agrediendo a tu persona, si no al uniforme que llevas puesto. Ese uniforme que tanto esfuerzo, sudor y lágrimas ha costado conseguir, y llevarás al día siguiente con igual, o más, orgullo que el día anterior. Porque es posible que no esté de acuerdo con una u otra orden o decisión, puede que estés de servicio, controlando una manifestación con la que estás totalmente de acuerdo, pero no puedes decir nada, solo rezar por que todo vaya bien, para todos. Puede que una mujer te esté gritando a centímetros de la cara, te esté culpando de cosas que ni te podías imaginar que alguien pudiera soportar; que en un tiroteo caiga tu compañero, o en una pelea, por un navajazo, o incluso, que una tranquila noche de servicio se convierta en un auténtico infierno. Y habrá que defender a todos aquellos que opinan que eres un hijo de puta que sólo existe para joder a la gente, y habrá que aguantar, porque es tu trabajo, tu deber.
Y por supuesto, habrá miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que no cumplan correctamente su cometido, habrá miembros corruptos, insensatos, egoístas... pero esos 'miembros' no son verdaderos Policías; no saben lo que con lleva realmente llevar el uniforme, y no representan ni una décima parte de todos lo que forman este gran equipo. Puede que estemos a las órdenes de otros, puede que nos lleguen a mangonear y tengamos que hacer cosas que no nos gusten, pero siempre podremos negarnos si cumplir lo que nos manden supone un riesgo contra el ciudadano al que juramos proteger, porque ese es el deber del Policía, proteger y ayudar al ciudadano de a pie. No se trata de nosotros, de conseguir más o menos dinero, o un nombre, un título... todo lo contrario: se trata de defender a los demás, por encima de nuestra propia vida.
Pero yo no tengo ni idea de nada, sólo soy una opositora entre miles. Y entre esos miles hay quiénes aún estén perdidos y no sepan qué hacen exactamente en este camino, quienes acaben corrompiéndose y quienes tengo esto claro como el agua y sientan lo que yo pretendo expresar: que cualquiera no puede ser Policía, pero hay quienes lo sienten de verdad. Y me quedan años para poder considerarme siquiera medio Policía, pero sé lo que es ver a mi instructores pasar, llenarme de orgullo y emoción y pensar, soñar que un día yo podré estar conduciendo el zeta; sé lo que es que me tiemblen las piernas sólo con imaginar el día en que me digan que he aprobado las oposiciones, que soy una más de esos pocos entre miles y miles de opositores que han conseguido entrar en la Academia Oficial de Policía; el día en que llegue allí y esté acojonada, pero orgullosa y con ganas de demostrar que valgo para ello y nadie podrá hacerme cambiar de opinión. O imaginar mi primer servicio y ponerme tan nerviosa que hasta me dé angustia.

Porque 'ser Policía no es una vergüenza, es un ORGULLO.'

20 enero 2014

Momentos.

Ese momento en el que empiezas a anteponer a otra persona antes que a ti, que a tus propios sentimientos, en el que adivinas o sabes lo que pasa por su cabeza sólo con echarle un vistazo, y te anticipas o intentas cogerlo antes de que se desate. Harás lo que sea por mantener todo eso a raya, aunque sólo lo retrases y después explote igualmente, pero en ese momento no importa, tienes que buscar ese punto de calma, de paz. Ese punto, lugar, momento o segundo, en el que todo se esfuma y se amaina la tormenta, al que poder regresar más tarde y ver está ahí ese soplo de aire fresco, ese momento de tranquilidad capaz de calmar hasta la furia más iracunda, como siempre, cada vez que lo necesitas. El momento en que esa otra persona empieza a importarte más de lo que hubieras podido imaginar, y serías capaz de lo imposible solo por una sonrisa. Incluso puede ser egoísta, porque sabes que no se merece no estar bien, que hay que calmar todo eso como sea, y que si algo va mal en ese lado, en este se puede abrir el suelo bajo tus pies; ha de haber un equilibro en ambos lados.
 Esos momentos que sabes que jamás olvidarás, que marcan un antes y un después: la primera vez que te fijas en alguien, una sonrisa, un simple abrazo que esconde mil cosas por decir, y cuando empiezas a decirlas; la primera vez que te enamoras, cuando acaba, y más tarde te vuelves a enamorar, pero es diferente, es de verdad. No sabes cómo ni por qué, pero lo sientes, cuando abres los ojos cada mañana, cuando se te acelera el corazón en un 'tenía ganas de verte', cuando un beso te devuelve todo lo que te faltaba y estabas esperando; lo sientes en las puntas de los dedos, en la piel al tacto de una caricia, en una mirada que dice todo lo que no se puede expresar de otra manera, en la sonrisa de 'daría lo que fuera por ti' y la de 'te voy a comer', y cuando no puedes dormir porque todo huele a esa persona y sabes que no vas a dormir nunca tan bien como cuando le sientes a tu lado, abres los ojos a media noche y ahí está. Lo sientes a cada momento.
Puede sonar a locura, pero ¿qué es el amor si no? Perder la cordura al creer que vas a explotar porque no sabes expresarlo, o al hacer el amor y que se escape en un susurro; volverse loco esperando ese tren que parece que nunca llega, pero lo hace, lo hace y pasas a volverte loco de alegría, o de tristeza, si lo ves marchar. Pero es un delicioso tormento.