29 septiembre 2012

Looking for an angel.

Alguien que sin que se lo pidas te de un abrazo porque sabe que hay algo tras tu sonrisa que te atormenta por dentro. Que te de un golpecito en la nariz cuando estás despistada y te saque de tu mundo para llevarte a un sueño, porque crees que al dormir sueñas que todo es maravilloso, pero despiertas y ves que el verdadero sueño está a su lado.
Todos buscamos ese ángel capaz de pasear por nuestro infierno personal sin que ardan sus alas y nos saque de ahí, esa persona que hace que sonriamos sin quererlo. Alguien del que aprender todo un mundo de cosas nuevas, a quien mirar durante horas y aprender sus gestos, su forma de mirar y su manera de andar. Alguien al que poder dar todos los días un pedacito de nosotros. Y, por supuesto, que haga lo mismo por nosotros: que nos adivine el paso que vamos a dar y nos sorprenda, que nos haga suspirar.

06 septiembre 2012

Vacío.

Llegados a estas alturas, ya me da igual todo. Ahora hay pocas cosas que me llenen de verdad, es más, cada vez esta sensación de vacío me consume más y más, y es realmente pesaroso e irritante. Salir, hacer las cosas, pero sin sentirlo de verdad, un abrazo o un simple 'hey, qué tal?' ya a penas significan nada. Bueno, me corrijo: son muy pocas las persona que consiguen que un abrazo sea especial. Y realmente ahora mismo me siento... vacía. Un dibujo, un texto, una lectura, hoy, ahora mismo no me llenan.
No entiendo por qué me he cerrado tanto este tiempo. Bueno sí, sí lo entiendo: modo protección ON. Argh. El mundo parece tan ausente, tan alejado, que me siento chiquitita y sola, y tengo miedo. Y ahora que me he alejado tanto, entre esta oscuridad no veo el camino de vuelta, me he perdido.
¿Dónde están los conejitos, el bebé, la estrella y la felicidad?  La estrella sigue brillando allí a lo lejos, pero la veo tan pequeñita desde esta desmesurada distancia. El bebé se quedó al final del camino, en el principio de la oscuridad, y ahora aparece a veces y me ilumina un poquito con su sonrisa, pero ahora no de la misma manera. Los conejitos... los conejitos han desaparecido, ya no están por ninguna parte. 
 Y aquí estoy yo, llorando como no he llorado en todo este tiempo, llorando la pérdida, la distancia, la soledad, el aislamiento. Llorando porque echo de menos todo aquello que teníamos y que se ha ido al traste. Llorando porque la historia de siempre se repite y es realmente agotador.
Llorando porque los demás se han llevado la felicidad con ellos.