26 abril 2018

Qué suerte quererte.

Qué suerte habernos encontrado, teníamos que hacerlo. Y podemos llamarlo como quieras, suerte, destino, universo o casualidad. Bendita casualidad de estar justo donde teníamos que estar al mismo tiempo, que empezáramos a hablar y te colaras en pleno caos hasta un rinconcito que hiciste tuyo sin que me diera cuenta. Qué caprichoso el destino que nos tenía la broma preparada y no supe verla venir, pero qué gracioso que todo empezara sin saberlo, aunque ya se oyeran voces. Y había que hacerles caso, claro.
Qué bonito que te quedases conmigo y me dieras tanta luz ante los demás, ante las cosas, ante mí misma, y que siguieras ahí por encima de cualquier cosa. Qué bien que eras mi mejor amigo y siempre has sabido quererme bien, dándome alas para volar en todos los sentidos y animándome a ello, haciendo palpable la seguridad de que hay un sitio al que volver y quedarme sin miedo.
Qué bonita también la impulsividad que nos lleva a hacer cosas sin sentido, siguiendo de la manera más pura al corazón, sin importar lo lejos que esté el motivo que lo hace latir. Que todo lo que hagamos siguiéndolo, estará bien hecho, me has dicho alguna vez. Y qué razón. Y  qué suerte que lo escuché; qué suerte que llovió y no me viste aparecer.
Qué bien que nos llevara casi un año y ahora pueda ver tan claro que el camino nos estaba llevando justo a donde teníamos que estar. Y que en un segundo, mientras el mundo se paraba y giraba a nuestro alrededor, me llenara la certeza de que no podía ser de otra manera. Qué casualidad o qué oportunidad más bonita, ¿no crees? de que me conozcas mejor, de hacerte feliz, de que me quites los miedos, te bese las heridas y nos enamoremos sin parar. Qué suerte haberte encontrado, como si estuviera escrito, inevitable e imparable como una tormenta.
Y qué suerte que estemos aquí, qué suerte lo bien que ha salido todo, qué bien que seas el único motivo por el que no me jodería darle la razón a los demás. Qué suerte poder acompañarte en todo y ver lo grande que eres. Qué suerte que podamos ser grandes juntos y ser el empujón que nos falte en los días nublados. Qué suerte tenerte y que no me dejes caer. Qué suerte que me hayas quitado los miedos con cada beso y todo sea tan puro. Qué suerte estar enamorándome de ti. Qué suerte que seas tú. Qué suerte quererte.

04 abril 2018

Que el mundo piense lo que quiera.

Siempre ha sido así y no ha importado, menos lo va a hacer ahora. Y tampoco serviría de nada, porque no es algo que se pueda cambiar: la gente habla, dirán que hiciste esto o aquello, o que no lo hiciste, que somos una cosa o la otra, y se inventarán mil cosas.
Pero no saben que por cada una de la que hablan, han pasado diecisiete que en realidad no saben.
No saben lo que pasa por tu cabeza, la indecisión tras cada cosa que haces y lo que tienes que luchar por conseguir las cosas, contra ti mismo sobretodo. No saben lo que te cuesta levantarte a las 7 de la mañana para hacer lo que tienes que hacer, las pocas veces que lo cumples y lo mucho que te enfadas por eso. No saben que por mucho que intentes hacer bien y salvar el mundo, cuando te equivocas te pesa mil veces más. Ni que la primera que se decepciona contigo eres tú, y lo último que quieres es que los demás se sientan así, aunque sea por encima de ti misma. Menos aún son conscientes de que cuando dices que a ti lo que quieran, pero que no toquen a los tuyos, que no respondes. Porque no saben que la gente que te rodea de cerca eres toda tú.
No saben las cosas que te llenan, las que te ponen triste o las que te hacen llorar, de alegría o de tristeza. Que te vale más una charla tranquila aunque sea de nada y de todo a la vez, un sábado noche en el coche, antes que una noche de fiesta. Que un abrazo siempre está bien, pero un beso te llega al corazón. No saben lo que te cuesta en realidad abrir el corazón a alguien, aunque seas por fuera un libro abierto. Ni saben que a la gente que quieres le perdonarías lo que fuera sin pensarlo, pero que has aprendido que la primera en la que tienes que pensar es en ti, y que dejar ir a veces es lo mejor.
No saben nada de ti, así que vive. Vive por todas las cosas que no saben ni quieren saber, por las cosas que dicen y piensan. Vive por mamá, que te vea feliz, por papá, que esté orgulloso, y por la peque, que tenga un ejemplo a seguir.
Vive por ti, porque nadie lo va a hacer por ti y eso es lo único que cuenta. La gente que te quiere bien te querrá así, y el resto del mundo, que piense lo que quiera.