Pero no saben que por cada una de la que hablan, han pasado diecisiete que en realidad no saben.
No saben lo que pasa por tu cabeza, la indecisión tras cada cosa que haces y lo que tienes que luchar por conseguir las cosas, contra ti mismo sobretodo. No saben lo que te cuesta levantarte a las 7 de la mañana para hacer lo que tienes que hacer, las pocas veces que lo cumples y lo mucho que te enfadas por eso. No saben que por mucho que intentes hacer bien y salvar el mundo, cuando te equivocas te pesa mil veces más. Ni que la primera que se decepciona contigo eres tú, y lo último que quieres es que los demás se sientan así, aunque sea por encima de ti misma. Menos aún son conscientes de que cuando dices que a ti lo que quieran, pero que no toquen a los tuyos, que no respondes. Porque no saben que la gente que te rodea de cerca eres toda tú.
No saben las cosas que te llenan, las que te ponen triste o las que te hacen llorar, de alegría o de tristeza. Que te vale más una charla tranquila aunque sea de nada y de todo a la vez, un sábado noche en el coche, antes que una noche de fiesta. Que un abrazo siempre está bien, pero un beso te llega al corazón. No saben lo que te cuesta en realidad abrir el corazón a alguien, aunque seas por fuera un libro abierto. Ni saben que a la gente que quieres le perdonarías lo que fuera sin pensarlo, pero que has aprendido que la primera en la que tienes que pensar es en ti, y que dejar ir a veces es lo mejor.
No saben nada de ti, así que vive. Vive por todas las cosas que no saben ni quieren saber, por las cosas que dicen y piensan. Vive por mamá, que te vea feliz, por papá, que esté orgulloso, y por la peque, que tenga un ejemplo a seguir.
Vive por ti, porque nadie lo va a hacer por ti y eso es lo único que cuenta. La gente que te quiere bien te querrá así, y el resto del mundo, que piense lo que quiera.
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