Qué suerte habernos encontrado, teníamos que hacerlo. Y podemos llamarlo como quieras, suerte, destino, universo o casualidad. Bendita casualidad de estar justo donde teníamos que estar al mismo tiempo, que empezáramos a hablar y te colaras en pleno caos hasta un rinconcito que hiciste tuyo sin que me diera cuenta. Qué caprichoso el destino que nos tenía la broma preparada y no supe verla venir, pero qué gracioso que todo empezara sin saberlo, aunque ya se oyeran voces. Y había que hacerles caso, claro.
Qué bonito que te quedases conmigo y me dieras tanta luz ante los demás, ante las cosas, ante mí misma, y que siguieras ahí por encima de cualquier cosa. Qué bien que eras mi mejor amigo y siempre has sabido quererme bien, dándome alas para volar en todos los sentidos y animándome a ello, haciendo palpable la seguridad de que hay un sitio al que volver y quedarme sin miedo.
Qué bonita también la impulsividad que nos lleva a hacer cosas sin sentido, siguiendo de la manera más pura al corazón, sin importar lo lejos que esté el motivo que lo hace latir. Que todo lo que hagamos siguiéndolo, estará bien hecho, me has dicho alguna vez. Y qué razón. Y qué suerte que lo escuché; qué suerte que llovió y no me viste aparecer.
Qué bien que nos llevara casi un año y ahora pueda ver tan claro que el camino nos estaba llevando justo a donde teníamos que estar. Y que en un segundo, mientras el mundo se paraba y giraba a nuestro alrededor, me llenara la certeza de que no podía ser de otra manera. Qué casualidad o qué oportunidad más bonita, ¿no crees? de que me conozcas mejor, de
hacerte feliz, de que me quites los miedos, te bese las heridas y nos
enamoremos sin parar. Qué suerte haberte encontrado, como si estuviera escrito, inevitable e imparable como una tormenta.
Y qué suerte que estemos aquí, qué suerte lo bien que ha salido todo, qué bien que seas el único motivo por el que no me jodería darle la razón a los demás. Qué suerte poder acompañarte en todo y ver lo grande que eres. Qué suerte que podamos ser grandes juntos y ser el empujón que nos falte en los días nublados. Qué suerte tenerte y que no me dejes caer. Qué suerte que me hayas quitado los miedos con cada beso y todo sea tan puro. Qué suerte estar enamorándome de ti. Qué suerte que seas tú. Qué suerte quererte.
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